Cunningham
Muy buenas, lectores
Con la vuelta de Sex and The City en su secuela And Just Like That…, es imposible no tener presente el estilo neoyorquino, la cuna de las tendencias de la calle. Por cierto, teneis en mi otro blog una publicación sobre accesorios de los dos primeros accesorios de los dos primeros capítulos de la secuela y no será el único, guardaos esto en la memoria.
Pero hoy no toca hablar de Sexo en Nueva York, aunque sí de Nueva York y del fotógrafo más conocido no solo de esta ciudad, sino de la historia de la moda. Hablamos de él en el post sobre supermodelos, pero sí aún no sabéis porqué fue tan relevante en su tiempo y su memoria, dejadme presentaros a Bill Cunningham. Mientras tanto, disfrutad de las imágenes sobre él y de él que tenemos. Son historia de la fotografía, de la moda y del mundo editorial.
La lente fashionista
Siempre cuando hablo de una persona, suelo comenzar por una biografía pequeña que tiene poco o nada que ver con la moda. Sin embargo no es el caso de Cunningham. Aunque el fotógrafo partió de otro mundo, pues estudió en Harvard, a sus tempranos 19 huyó a Nueva York. Allí su andadura comenzó a orbitar en la moda con la confección de sombreros debido a que hacer sombreros era más económico que diseñar vestidos. Adaptó su vocación a su situación.
Sus clientas deslumbradas por su talento y conocimiento de la moda le recomendaron que escribiese sobre ella. Así lo hizo y comenzó a escribir en pequeños diarios hasta que tuvo un momento de reconversión en su carrera. En 1967, un fotógrafo le dijo “toma esta cámara y escribe sobre moda con ella”. De ahí se esperaba que imprimiera en sus artículos imágenes de grandes iconos o de alta moda, sin embargo Cunningham se convirtió en el fotógrafo de la calle para poco a poco relucir en la esfera de celebrities.
‘Qué’, no ‘quién’
Ciertamente, Cunningham se hizo popular y obtuvo su primer trabajo de reconocimiento cuando el New York Times publicó una imagen suya de Greta Garbo. De ahí sus publicaciones iban a más y más en el periódico, aunque no tanto de grandes figuras. Cunningham no tenía preferencias ni reticencias a fotografiar según raza, tono de piel, género, identidad, orientación o cualquier distinción social. La moda era el discurso que prevalecía y era él quién dictaminaba si alguien era digno de su objetivo y de una fotografía.
Las mujeres de Manhattan se vestían para Bill
Así escribían en Vogue USA sobre Cunningham. Si pasabas por el lado de Cunningham y no te enfocaba con la cámara, no eras nadie. Tenía ojo crítico para la moda y su visión ya tenía una fe. Además Cunningham era de esas personas de moda que no parecen de mucho. Su estilo era ir en bicicleta por Nueva York [tuvo hasta 30] con un uniforme azul similar a los monos de trabajo, un atuendo sencillo y práctico, cómodo y con decenas de bolsillos. Era tremendamente humilde, pues vivía en un pequeño apartamento atiborrado de archivadores y una cama sin cocina y con baño compartido. Era una estrella con vida de pobre.
Cuesta explicar el culto a Cunningham con palabras. aunque lo intentaré. Para que imaginéis el nivel de importancia y relevancia de Cunningham en la moda, me basta con una simple frase: las supermodelos no habrían sido lo que fueron ni lo que son sin Cunningham. Y si no entendéis la fuerza de la declaración, podéis ir a mi blog de supermodelos.
Cunningham ha sido honrado en vida y de forma póstuma. Tiene documentales sobre su vida, es reconocido por medios, diseñadores y todo tipo de organizaciones y hasta tiene medallas. Pero su humildad en la vida cuando se alejó de las altas esferas del dinero y la moda para irse a lo mundano, nos hace más fijarnos en su obra que es lo que él querría en vida. Así que espero que hayáis disfrutado de sus imágenes que son el legado que nos dejó cuando se nos fue hace unos años. Muchas gracias por todo, Cunningham.